lunes, 14 de diciembre de 2009

EL TEMPLO DEL CORAZÓN



En el corazón de cada ser humano reside Dios.
En el templo del corazón.
Yo también tengo ese sentimiento; que en mi interior reside esa belleza, ese poder.
No es una coincidencia que cuando voy hacia adentro, mi corazón se llene de alegría.
La bendición es la alegría.
La bendición es la paz.
En mi vida, tengo que elegirla todos los días.

Estoy hablando de la pasión y compasión que hay en este universo y más allá; de la increíble energía que, del polvo, creó el Sol, la Luna y la Tierra. Partiendo de la nada, crearlo todo. Crear esta Tierra con techos sin columnas, un alfombrado de texturas maravillosas, vivo, hermoso, siempre cambiante. Crear una luz magnífica, hecha de todos los tonos. Crear luces nocturnas que están más allá de nuestra imaginación, la Luna, las nubes, las estrellas, todo eso. Y para ti, poder contemplarlo, no sólo verlo, sino admirarlo.

Mírate y ve una señal de amor, bondad, gracia y dicha del Creador.

El Milagro:
“Eres bendito, realmente bendito cuando este aliento entra en ti.
¿Puede ser?
¿Puede ser que el milagro de todos los milagros es el ir y venir de esta respiración? ¿Puede ser? ¿Puede ser que yo he estado viviendo encima de una mina de oro y mendigando cada día?”

Tantos santos han dicho: sin paz, un ser humano es como un pez fuera del agua. Trata de traer ésto al presente. Solamente alguien que entiende puede decir: ésto todavía es verdad. Sin esta paz, sin esta alegría, soy un pez fuera del agua. Todo se concentra, se enfoca en volver adonde estoy contento, adonde estoy feliz. En volver adonde estoy en esa alegría.

Es el amor el que te hace ver las cosas en la forma que las ves. Si nutres ese amor, entonces lo que ves se vuelve más y más increíblemente bello.

Maharaji